Se apareció y mostró el escapulario

La Virgen del Carmen, o Nuestra Señora del Monte Carmelo, es una de las advocaciones marianas más veneradas en la Iglesia Católica, celebrándose su fiesta el 16 de julio. Su historia está profundamente ligada a la Orden de los Carmelitas y al Monte Carmelo, en Tierra Santa.
Origen en el Monte Carmelo
El origen de la devoción se remonta al Monte Carmelo que significa «Viña de Dios»; un lugar de gran significado bíblico en Israel. Según la tradición, en este monte vivió el profeta Elías en el siglo IX a.C., junto a un grupo de jóvenes dedicados a la oración y a una vida de retiro. Se cree que Elías profetizó la venida de la Virgen María al ver una pequeña nube que subía del mar, interpretada como un símbolo de la pureza de la Inmaculada Concepción.
Siglos más tarde, en el siglo XII, un grupo de cruzados, penitentes y peregrinos se establecieron en las laderas del Monte Carmelo, buscando una vida de contemplación e imitación de Elías y su estilo de vida. Estos eremitas, considerados los precursores de la Orden Carmelita, adoptaron a la Virgen María como su patrona y protectora, dedicando su oratorio a ella. De ahí el nombre de «Hermanos de la Bienaventurada Virgen María del Monte Carmelo».
La aparición y el escapulario
En el siglo XIII, debido a la invasión islámica, los carmelitas se vieron obligados a abandonar Tierra Santa y se dispersaron por Europa. Enfrentando dificultades y la posible extinción de su orden, el Superior General de la Orden, San Simón Stock, un inglés de avanzada edad, suplicó a la Virgen María su intercesión.
Según la tradición católica, el 16 de julio de 1251, en Aylesford, Inglaterra, la Virgen María se apareció a San Simón Stock. Durante esta visión, la Virgen le entregó el escapulario del Carmen, un trozo de tela marrón, como un signo de protección espiritual y una promesa. La Virgen le dijo: «Toma este Escapulario, todo aquel que muera llevándolo no sufrirá el fuego eterno. Será un signo de salvación, una protección en el peligro y una promesa de paz.»
Esta aparición y la entrega del escapulario fueron un hito crucial para la Orden Carmelita y para la difusión de la devoción a la Virgen del Carmen. El escapulario se convirtió en un símbolo de la protección maternal de María y en una señal de compromiso de vivir según los valores cristianos.
Promesas y devoción
La promesa principal asociada al escapulario es la salvación eterna para quienes lo usen con fe y devoción. Además, la tradición incluye el «Privilegio Sabatino», una promesa atribuida a la Virgen en una aparición al Papa Juan XXII, según la cual aquellos que mueran piadosamente con el escapulario y expíen sus culpas en el Purgatorio, con su intercesión, alcanzarán la patria celestial lo antes posible, o a más tardar, el sábado siguiente a su muerte.
La devoción a la Virgen del Carmen se extendió rápidamente por el mundo, especialmente en España, Italia, Portugal y Francia, y de ahí a América Latina, donde es patrona de numerosos pueblos y ciudades. Es considerada patrona de los marineros, pescadores, transportistas y de diversas fuerzas armadas en muchos países.
Milagros y atributos
A lo largo de la historia, se le atribuyen a la Virgen del Carmen numerosos milagros y gracias. Se relatan casos de protección en tormentas marinas, curaciones milagrosas y consuelo en momentos de dificultad.
En la iconografía, la Virgen del Carmen es generalmente representada con el Niño Jesús en brazos, una corona y el escapulario en su mano.
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